sábado, 27 de febrero de 2021

Aceptando la tecnología abierta.

 

Foto por Skylar Kang de Pexels

    La tecnología abierta, esa gran desconocida que nos rodea desde que nacemos y que, lamentablemente, se nos enseña a ignorar por interés comercial; podría haber encontrado una de sus mejores épocas gracias al Virus "C" que mas que menos, mantiene a la mayor parte de nosotros, encontrándonos con un poco de tiempo para matar en el ocio y el auto aprendizaje.

Tutoriales en plataformas gratuitas, cursos formales online y televisión pública, han permitido normalizar que muchos de nuestros amigos cercanos o familiares se jacten frecuentemente de nuevas habilidades y hábitos. Nuevos políglotas, panaderos, estilistas, artesanos y demás, saliendo de la intención entusiasta de aprender, cuando menos, por no aburrirse.


Que ¿novedad?.

Como mencioné, la tecnología abierta, está con nosotros desde nacer. Todo aprendizaje nonato, cuya distribución y difusión no es condicionada, de ningún modo que afecte su libertad; es parte de esté movimiento cultural, mas que tecnológico.

¿Recuerdas como aprendiste, todo lo que sabes hacer, sin haber pagado por ello o acordado el no divulgarlo?. Comer con cuchara, caminar, arrojar una pelota, preparar un café, dar un beso. Sorpresa, sorpresa; son ejemplos de tecnología libre.
 
La retribución también existe en esté contexto. Des-interesadamente, haber enseñado a tus padres como rayos funciona su smartphone, compartir tu receta del hotdog perfecto y la constante explicación de, que es un calcetín y como se deben de calzar, para que un infante aprenda a vestirse; son contribuciones (tal vez fortuitas) al movimiento.

 

El costo del desconocimiento.

 Mi primer contacto, a nivel informático y consciente, con la tecnología libre; fue con un sistema operativo linux. Era la cosa más arcaica, intimidante e inaccesible que había tratado frente un monitor. Siendo un usuario de Windows, única herramienta que se me había educado para manejar, no entendí en su momento la razón ni la importancia, de ese montón de texto en una pantalla, en una época que ya existían botones, colores e íconos.

Con los años y la práctica, entendí que mi acercamiento, ese primer contacto, fue erróneo. El problema no eran los "defectos" que vi cuando conocí Linux, sino que estaba esperando igualarlo a lo que ya conocía; pues siempre es más fácil temer al cambio, que comprometerse a conocer... y eso tiene un costo.

Foto por Pixabay de Pexels

Abrazar el cambio, se lo debo agradecer a la necesidad. En esa época, yo tenía un pequeño taller en el que rentaba PC's al uso público. Este tipo de negocios estaba en el foco de atención de algunas dependencias de gobierno, debido que el uso de un equipo Windows y herramientas como Office, Photoshop, Corel-Draw, entre otras, implicaban una licencia de pago, que no todos tenían la intención o presupuesto para pagar. 

En la búsqueda de alternativas que no representarán perdidas de tiempo e ingresos, lidiando con temas administrativos o preocupaciones innecesarias de carácter legal, encontré un sistema operativo muy agradable a la vista, con configuración mínima, aplicaciones de oficina y mucho más pre-instalado, libre de virus y cuyo despliegue tomaba menos de 30 minutos para estar listo, ¿qué mas?, ¡Gratis!, tanto para copia, distribución, sin licencias. Ese sistema irreal era: Linux.  

¿Cómo el patito feo paso de ser una pantalla de texto a una solución amigable y vistosa?. El no haberme comprometido un poquito más en documentarme, la primera vez que nos encontramos, retraso el darme cuenta de que era, como se usaba y los beneficios que aportaría en mis actividades.

 

El entusiasta.

En mi caso fue linux, pero hay un sin fin de eslabones que pueden ser el punto de entrada a tecnologías abiertas. Tecnologías que pueden ser obtenidas, compartidas y modificadas para fines igual de filantrópicos, como de beneficio personal, sin esto último ser necesariamente algo negativo.

Ayudar a discapacitados con prótesis cuya fabricación no justifique un costo prohibitivo, contar con ventiladores para apoyo en fallas pulmonares que no dependan de grandes empresas, fabricar un refresco de soda o una cerveza, suenan a una oportunidad. ¿Que tal tener todas las especificaciones para fabricar un coche?. Solo basta encontrar un tema que apasione y en la medida de lo posible, aportar cuando menos, al difundir el conocimiento.

No cuestionaré, el que las empresas protejan sus propiedades intelectuales, o impidan el acceso y difusión de sus procesos o desarrollos. Tampoco que la educación, sobre todo la privada y la superior, estén desfavorablemente encaminadas a conocimientos técnicos y sociales que implican depender de recursos y entidades adicionales (libros de texto no públicos, aplicaciones o sistemas operativos de pago o licencia, redes sociales que requieren minar información personal, etc..). Lo que busco compartir en esta ocasión, es que existen las alternativas que buscan el beneficio comunitario, el desarrollo social, la solución de carencias públicas, equilibrar los costos y beneficios a un nivel justo o simplemente compartir por el mero placer de hacerlo.

No todo requiere un costo monetario ni revelar o exponer tus datos personales, el verdadero reto, es sacudir la pereza o miedo a aprender algo nuevo.

¡Nos leemos!

 


 

  

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