sábado, 19 de junio de 2021

Necesito que hablemos de padre a hij@



      Primeramente, decidamos que no generalizaré en lo mínimo. Esta historia es mía y la he vivido yo, así que esta fuera de la carpeta considerar si fue como a "muchos", o "a otros les ha pasado". Si me escucho trillado es porque así de simplón soy y no por intencionalmente querer caer en el cliché.

Es curioso que algo tan normal y fundamentalmente bueno; fuera tan atemorizante para mi como primer reacción al escuchar que habías aparecido en mi vida. Tu madre, por derecho, tuvo la primicia y a bien buscó la manera más genuina de compartirme la buena nueva. Eso no impidió que mi reacción fuera tan obtusa como chocante.

El temor no solo fue ensordecedor y preocupante momentáneamente, para nada. Al pasar de los días acrecentaba el estrés por tratar de estar listo, para un evento que no permite estarlo.

 


 

 

 

 

 

 

La espera.

    Mérito a quién lo merece. La paternidad es muy ligera si consideramos los cuidados, efectos desafiantes en todos los ámbitos y proceso de concepción con el que tu madre debió salir avante ante muchos, muchos retos.
La pequeña lucha de tu padre era y de cierto modo sigue siendo, interior. Tu viejo jamás ha sabido mantener a raya su ansiedad y bajar algunas líneas a la auto expectativa le cuesta aún más trabajo.
 
Contar los días desesperado por querer ir al menos conociendote un poquito más. Eterno era llegar a ver la siguiente "manchita" en el ultrasonido, después ver que tan complejas eran tus facciones y que estuvieras bien, porque los sustos no nos los negaste, ¡enterate!. El otro lado de la moneda, es el gran miedo a poder cumplir, al menos con un mínimo de aceptación, como principal apoyo de tu madre, pero también con mantener en balance esos temas que los adultos debemos malabarear y que espero, logremos darte un buen ejemplo acerca de como el tiempo, las responsabilidades y el dinero, se pueden encaminar a solo buenos propósitos. Era una etapa en la que yo buscaba encontrarme como individuo, pues tu existencia, era un parte aguas en mi rutina, que no requería tener una estructura muy clara y eso no debía seguir así, también era necesario definir mi rol en tu árbol familiar, pues no es un secreto que mis causas normalmente me han llevado a lugares y personas fuera de un circulo tan apegado, y si bien eso me ha enseñado TANTO, ahora mi prioridad era poder estar en donde debo.
Esos días me carcomía la materia gris cuestionando mi madurez y mis impetús, mi capacidad para encaminarte, mi percepción de lo que es correcto, mi fuerza de voluntad y mi resiliencia emocional. Si como individuo independiente, pensaba que siempre estamos a prueba en el mundo, ahora ya estaba más que seguro de ello. El miedo a fallar era mi pan y agua de cada día, pero sorprenderme de cada muestra de tu vida, en la forma que fuere; un sonido, una imagen borrosa, una patada en la barriga de tu madre, me mantenía completo.










Cambiando los roles.

    Solo segundos bastan para entender que no hay reglas a seguir, lo poco o mucho que se intentara estar preparado son más un soporte emocional que una guía práctica y que el juego se llama "Resuelvo, después existo". Tomaste con tu manita apenas un dedo de la mía, y ese fue el principio del acuerdo no dicho en el que tu te dedicabas a enseñarme y yo a aprender.

El miedo a la inmadurez y la incapacidad, cambió. Ahora, la preocupación se cimienta en una responsabilidad real, de abrazar esa vida y aprender a cuidarla con la mía.

La paternidad en pocas palabras eso parece ser; un ir y volver de solicitudes que debo resolver de la forma más eficiente y congruente posible, y que los errores, humanos al fin, no me impactan a mi, por lo que debo ser cauteloso. Aún cuando también soy un hijo, no logro imaginar la dificultad de trabajar día a día en enseñarme a observar tus necesidades, a analizar la solución y anticipar los efectos de cada intento. Desde tu lenguaje con apenas lo más básico de la motricidad humana, sonidos ininteligibles y llantos, hasta ahora que expresas de forma muy vocal tus frustraciones cuando no logramos encontrar la manera correcta; mi propósito y motor siempre ha sido mayor a mi mismo. Se trata de ti, de entregarte las herramientas que me has enseñado a elaborar y que te ayuden a abrir camino por tu cuenta. Práctica y error motivada por el amor, y curiosamente ese amor, es el que a veces complica las decisiones, mandando mensajes como ¿y si le ayudo para que no se complique? y ¡Espera, permite que lo resuelva, pues sabes que puede hacerlo!. Como tu padre, las decisiones deben ser las correctas y eso no siempre me dejará en un buen lugar de tu gracia.




 

 








La carrera contra el tiempo.

    No importa cuanto me esfuerce por aprender de ti a enseñarte todo lo necesario para que tu existencia sea un desafío moderado; la vida además de incierta es limitada, y en el mejor de los casos, yo no estaré a tu lado en todo tu camino. Quiero ver lo más posible cuán lejos llegas y sorprenderme de cada vez que marques la diferencia.

Estoy orgulloso de ti, feliz de entregar lo poco que pueda a tu causa y afortunado de hacer de ti mi refugio y mi descanso. La aventura más grande de mi vida.

No es que se deba celebrar el día del padre, no es un logro adecuado; pero no está de más, celebrar la dicha y la suerte de serlo.


H.C.

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