miércoles, 1 de junio de 2022

Nuestro (in)humano poder de crear monstruosidades

Este texto me ha sido enormemente desafiante, a pesar de estar mas que adecuado a analizar y externar, con letras, lo más enredado que en mi cabeza recale.

Injusticias, críticas y hasta eventos que han impactado negativamente mi vida, han pasado por aquí y otros lienzos no verbales, sin necesidad de salir de un perímetro racional. Al final del día, parecía que todo tema y todo evento se podía centrar en la razón y el sentido común. Solo era cuestión de encontrar los ejemplos cotidianos y pensamientos que ordenados en patrones, conductas y vivencias, se podían guiar hasta llegar a las preguntas correctas; esas que hacen que la duda se borre e inicie la resolución, o al menos, la aceptación de las circunstancias.

Entonces, después de pensar y pensar y pensar, hoy no hay una razón lógica detrás de lo que estoy apunto de exponer. Esta es la primer entrada en que una emoción negativa y no factores reales, aún en mis críticas más duras, forma parte predominante de un escrito que me hubiera gustado, fuera emocionalmente neutral. Hoy no tengo solo razones, hoy mi tema escasea de lógica, hoy mi tema me duele como autor pero necesito que salga de mi interior.

 

Mirando al otro lado

Usualmente me dirijo en mis escritos a aquel que sienta yo, puede entender que todo suceso, incluso el más desventajoso y en el peor momento, son aprendizajes. La dinámica es encontrar las pistas que revelen la esencia de dicho aprendizaje y pensar que se puede encontrar fortaleza, calma y superación. Me dirigía al doliente, al tímido, al introspectivo, al señalado, a la real victima.

Hoy volteo al otro extremo, no para aprender nada, solo para exhibir; por el simple disgusto de exclamar. Hoy hablo con la pared, en sentido figurado; hablo al agresor, al indiferente, al vicioso, al oportunista. Escribo para aquellos que poco menos que nada, les importa lo que aquí se plasme.

Quiero empezar por reconocer con tristeza, que avanza la enorme maraña ideológica que todos de alguna manera alimentamos en una base frecuente y ese es mi tema. La falta de interés desde los principios más elementales, exagerado o no, a veces no somos lo bastante civilizados para no tirar basura en las calles, para compartir un poco de comida al sin-hogar, ni para ceder un asiento de transporte a mujeres embarazadas o ancianos. Normalizamos nuestra actitud de mirar al otro extremo donde encontramos la aceptación de la indiferencia de los demás, quienes también optaron por ignorar en silencio. Somos la masa que desvía la mirada, y la cuál sufre de gobiernos abusivos y voraces que pueden permitir la violencia en las calles y hacer carecer a los ciudadanos de agua potable, mientras se jactan de lujos indecibles frente a la prole, y que no detallaré en el afán de mantener un nivel de cordialidad en estas líneas.

Antes era la TV y en mucho aún lo es, ahora junto con "influencers", venden la idea de que equipo deportivo seguir, que manifestaciones considerar y que creencias políticas deben ser tendencia. Creando el caos mediático y desacreditando las voces críticas que evidencian la falsedad en sus discursos. La sociedad se queda atrapada defendiendo ideas que no son propias, incapaces de cuestionar que la realidad esta siendo manipulada y creyendo que todos tenemos voz y voto de los titulares que abusan de las tragedias de los demás, mientras el morbo opaca la necesidad de acción que si se requiere. Presos de la mercadotecnia y la tecnología; apenas y logramos soltar las pantallas mientras en el ocio, consumimos información falsa e ignoramos a las personas de nuestro alrededor.

Las generaciones pasadas nos heredaron violencia y prejuicios como modelo educativo y la generación actual sufre de necesidad de atención, incapacidad de empatizar, carece de responsabilidad emocional y afectiva, la tolerancia a los demás y la frustración es baja. La receta perfecta para alimentar a la bestia.

La soledad personal, el odio propagado de forma rampante, ayudado por demás en el anonimato que internet proveé y la manía familiar de inculcar patriotismos, fanatismos y discriminación, dan forma a la monstruosidad mas grande: moldear una monstruosidad en un ser inocente y dejar que crezca frente a los ojos indiferentes de TODOS.

Finge sorpresa

Dictadores y políticos que mandan sin miramientos ejércitos de seres humanos a la guerra a matarse mientras lo disfrazan de "victorias" o "derrotas" y se regodean de como apoyan económicamente esa carnicería. Criminales insensibilizados que no cuentan con la capacidad de apiadarse de niños o mujeres; siendo lo mas horrible que los perpetradores también han sido otros niños o mujeres.

Matar, ser deshonesto, vivir encerrado en la banalidad de las redes sociales, el egoísmo, la inhumanidad. Mujeres y niños inocentes muertos en ataques justificados en el empoderamiento del agresor, "porque puedo", porque las armas, la corrupción, el dinero y una seguridad peligrosa generaban la oportunidad y solo hacia falta un alma enferma que diera el primer paso. Acciones que no tienen sentido, no son racionales. Pueden gastarse los dedos escribiendo discursos y acabarse las lenguas explicándolos para tener versiones oficiales, que calmen a las masas. 

Las victimas quedan en segundo plano y todo se vuelve una opinión, una fachada, morbo descarado.

 


 Citando a "V" de la obra de Allan Moore, <<¿Quieres encontrar un culpable?, solo mirate al espejo>>. ¿Quién deshumanizo estas almas?, ¿quién enseño que la raza, el idioma, la nación o cualquier otra diferencia representa una plaga?, ¿quién puso las armas o los recursos para adquirirlos en sus manos?, ¿quién plantó el fanatismo a las naciones, religión, equipo deportivo o ideología política?. 

El agresor y sus victimas son la monstruosidad que la sociedad en conjunto creamos y nos hacemos los sorprendidos al soltar la cadena y ver los actos horrendos que se detonan.

Me duele esta situación como ciudadano y como persona, me atemoriza como padre y me decepciona como ser humano. Es culpa de todos, pues NADIE nace con el mal corriendo por sus venas

No hay razón, no hay lógica. Pobres de las almas de los responsables y no la paz, pero si la aceptación, llegue a las familias de las victimas de todo tipo.


Nos leemos pronto

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