¿Qué buscas en las otras personas?, pareciera ser una pregunta cuya respuesta resuelve generacionalmente la incertidumbre y desconfianza en las relaciones humanas. Da lo mismo si planteas esa pregunta a quién no la espera, que arrojarla a aquel que quizás décadas ha dedicado a listar sus características deseables de sus semejantes; la respuesta no puede ser menos sincera, se buscarán siempre aquellos módulos que ensamblados nos ofrezcan lo mas parecido a "felicidad" que nuestra cabeza nos de a entender.
En esta ocasión quiero girar la perspectiva y ver desde el otro extremo a quién busca sus personas ideales. Y de antemano hago hincapié, que por principio, considero altamente peligrosas en forma colaborativa, las palabras "busca", "personas" e "ideales". Susceptibles, quedan avisados que puede ser un poco ríspido este viaje.
Pedacitos sin juntar
Mas que menos, todos estamos fragmentados en un sinfín de peculiaridades que nos definen. Ni siquiera podríamos decir que existe nuestra verdadera identidad, pues a discreción podemos ser tan gentiles como indiferentes a los individuos y asuntos del mundo, como nos de la gana. Al contrario, nuestro aparente "verdadero yo", si bien también seguro carga con un poco de oscuridad, pareciera a tender a la fragilidad y el caos que quisiéramos ordenar pero en vez de ello, lo abrazamos inamoviblemente.
¿Qué más podríamos buscar en los demás que lo que sentimos nos hace falta?, todo lo que podría llenar los espacios que nuestras complejidades dejan expuestas. Y aquí mi primer vistazo microscópico a este tema para indagar que esconde en sus adentros.
¿Porqué buscar (en los demás)?. "Deténme si ya has escuchado este chiste", diría el Guasón a Batman. Situaciones comunes, una mujer habla con su amiga de la tragicomedia de un prospecto amoroso que pareciera ser poco conveniente. La amiga percibe el riesgo y propone a la mujer "buscate alguien que si te quiera, que te valore, que te dé lo que te mereces".
En otro escenario, un par de adolescentes hablan del "príncipe" o "princesa azul" y entre la belleza física, habilidad para cocinar, solvencia económica y conducta romántica intachable, se proyectan felices en un hogar impoluto lleno de bebés mientras el fondo musical de Sebastián Bach y la fogata, los convencen de que el objetivo trazado es perfecto.
Así llegamos a otro lugar del mundo donde un adulto se mira al espejo, reprochándose de porque su relación pasajera acaba de fracasar, si en mensajes de texto y sus salidas a cenar era todo lo que el/ella quería, ¿como se arruino su vida de nuevo?.
¿Quién me cambio mis pastillas de autoestima?
Los escenarios no son ni un grano de arena en el salado mar de ejemplos posibles. Buscar lo mejor, lo ideal, lo que queremos. Socialmente (y biológicamente, pero por ahora enfoquemonos en emociones) estamos programados para buscar las personas correctas. ¡Epáaaa!, dije enfocarnos en emociones ¿cierto? y esto de querer lo mejor es perfectamente razonable, ¿que no?.
Lamentablemente las elecciones de como se discrimina entre una persona y otra, se basa en carencias usualmente. Se pretende obtener unidireccionalmente, se perciba y sea intencionado o no, el soporte emocional de aquello que pensamos no está en nosotros.
Aprendemos a localizar lo que deseamos, pero poco fomento hay para desarrollar estos elementos de forma introspectiva y hasta eventualmente poder ofrecer al mundo estos atributos positivos, sean emocionales o no.
Es autoestima, amigos. El apreciarse y valorarse a sí mismos atrae, como atrae el aceptarse, reconocerse, empoderarse y motivarse, pues son atributos que los demás percibimos, aceptamos y queremos para nosotros mismos, idealmente hombro a hombro, mientras se avanza por la vida. Peroooooo, sí, un pero habría de tener. Lo mismo que atrae a un igual, atrae a quién le falta tener todas esas características trabajadas para sí.
La sociedad y las costumbres han cambiado el querernos introvertida-mente por esperar que la suerte nos una con otros que hayan pulido esas rocas de autoestima y nos ahorre la molestia de hacerlo nosotros.
¿Porque ya no eres como antes?
Si creemos que lo ideal es buscar una persona confiable, alegre, centrada, motivada y decidida, porque es lo que nos hace falta y las personas se deben complementar ¿no?... Lo siento, pero pienso que querer tomar de otros lo que no es nuestro, es robar.
Antes que se tienda a la opinión defensiva que quiera proteger el que otros nos aporten calma, estabilidad y amor que no tenemos por cuenta propia; creo que se debe aclarar que depender de otras personas para mantener nuestra integridad emocional es desgastante e injusto para quién nos lo aporte, y hay formas más sanas de relacionarnos. ¿Porque no tomar de inspiración a aquel que se valora él mismo e intentar desarrollar esa aprobación personal, en vez de vivir dudando y esperando la apreciación de un tercero?, ¿porque no abrazarse, vestirse, peinarse, caminar y demás con seguridad, positivismo y fuerza, como aquel/aquella que emana confianza de su actuar?.
Se puede tomar de las personas la inspiración, mientras ellos pueden aportarnos el impulso solo por causarnos admiración y respeto; en silencio y sin desgastarse.
Desgastar y desgastar obteniendo de los demás nuestras carencias emocionales, no solo no te permite trabajar en ello para ti como individuo, también puede despertar patrones en aquellos que son desgastados como pilar emocional. De pronto ya no se ven tan positivos, tan alegres, tan centrados ni asertivos. De pronto el desgaste los oscurece, los vuelve impulsivos, desatinados o defensivos. La demanda emocional los acaba y en vez de recibir un balance justo de emociones, seguro serán abordados con "¿porque ya no eres como antes?". El carente frecuentemente no mira su ombligo, se ciega mientras obtiene lo que "buscaba" y se ofende cuando ve que sus carencias dejan de ser cubiertas por la víctima, convirtiéndolo en el villano responsable de su falta de responsabilidad emocional y afectiva
Quiéreme como soy
como decía al iniciar este tema, todos somos una combinación extrema de múltiples características, habilidades y gustos. ¿De dónde nos sustentamos para querer a alguien como es?, siendo que el mundo real es adaptación y cambio constante. Cualquiera puede apreciar lo que somos en lo general y tolerar nuestros traspiés, pero definitivamente el pedir (sin tenerlo primero en nosotros) un cariño sincero y parcial que acepte a plenitud todo de nosotros, es irreal e injusto para quién le demos semejante carga.
¿Quiéreme como soy?, mejor quierete primero tú.
El elefante en el cuarto
Las carencias emocionales proyectadas y delegadas a las personas que identificamos como las que "buscamos por ser lo que necesitábamos", siempre absorben energía emocional y ¿porque negarlo? vital de los demás. La falta de cimientos y la dependencia mal interpretada entre quien da y quien recibe la estabilidad, seguramente inicie de forma idealizada y multicolores, pero eventualmente será invadida por incertidumbre, desconfianza, negación y chantaje emocional. Nadie puede desarrollar cuando solo se roba lo que alguien más sembró.
Se fuerte, se honesto y fiel contigo mismo, acéptate, valórate, apreciate, mejora, se inteligente emocionalmente. Ser tu mejor versión de ti te independiza emocionalmente de las ideas y críticas destructivas de los demás. Establece tus valores y rige tu vida en ellos, así la autentica aprobación reside en ti. Quiérete completo, como eres, para no pedir cariño prestado y dejar de buscar "a alguien", cuando simplemente de pronto te veas rodeado y caminando lado a lado, con otros completitos como tú.
Con suerte, un día deje de haber la necesidad de "buscar" "personas" a las cuáles atormentar con nuestros peligrosos ideales y permitirles vivir humanamente imperfectos, al no necesitarles pero si apreciar su compañía en este viaje.
Gracias por leerme.
¡Bytes!