Hace muchos años; muchos ya. Una serie de circunstancias me llevaron a caer en una etapa oscura de mi vida, esa que nadie quiere y te hace tocar fondo en los aspectos más frágiles de tu propio ser.
En ese entonces, las malas decisiones, las malas compañías, la soberbia sin sustento acompañada de una seguridad peligrosa, hacían mi día a día, irónicamente, tolerables. Acompañantes desechables y palabras de aprobación de quién no tiene ninguna responsabilidad de la reacción de alimentar un ego lastimado, son fáciles de obtener y de digerir.
En esa espiral en descenso, otros entes similares parecen ser atraídos por nuestra aura de decadencia, buscando lo mismo, "el distractor" de la pesadumbre, aburrimiento, hastío o lo que sea; quizás hasta esperanzados que de pronto apareciera alguien o algo con el factor "X" que ilumine los días de rosa y estampe permanentemente la sonrisa en nuestro rostro. En corto, con que logre distraer, basta.
Parte del [no] arte de estar mal, es saber aparentar no estarlo. Disfrazando de apatía, sarcasmo y hasta alegría, la mayoría de la gente que este interesada, podría califcar como "normal", "así es ella/el", "le aburre", etc... y no percibir las señales de alerta. Algunas veces hasta la mentira de falsos planes logran justificar las ausencias en público de aquel que se esta hundiendo en su miseria y poco llaman la atención.
Como mis mejores amigos saben, y además de estar en una etapa complicada en ese entonces, yo sufro de ansiedad social, por lo que, era complejo aparentar la "careta" social, y me aferraba con uñas y dientes a las posibilidades de mantenerme aislado y enclaustrado en lo posible; hasta que alguna vez, acepte acompañar a una amiga a un estudio biblico. Sonaba perfecto, un evento de muy poca gente, prácticamente puros desconocidos y que demandaría una interacción mínima entre otros y yo... cumpliendo mi cuota de presencia pública por un buen tiempo, de paso; pensé.
Objetos de prejuicio.
Durante el evento, contrario a mi expectativa, una persona se acercó a mi y empezó a contarme de un proyecto que estaban llevando a cabo y que esperaban tener una respuesta positiva, al que le llamaban en broma "couching", jugando con el término "coaching" que ya se usaba como moda y la traducción en inglés, más menos literal, de estar sentado en un sillón, descansando. Me invitaban a mi o todo aquel conocido que considerara que necesitara un poco de compañía o escucha, así como aquellos que su desesperación, abandono y tendencia autodestructiva , requiriera un empujón para salir de la renuencia de buscar ayuda profesional.
Lo pensé con un poco de incredulidad y un mucho de sorpresa; si bien yo estaba en una etapa de desinterés mayor, este tema llegó al puerto de mi curiosidad, lo que desembocó en una serie de cuestionamientos de mi parte.
-"¿Ustedes son profesionales para tratar estos casos?, ¿consiste en sanar a través de la fe?, ¿entienden las cosas por las que podría pasar cada persona que se acerque?, ¿no creen que es un objetivo algo idealizado y demasiado optimista querer resolver problemas a quién rehuye a un consejo profesional o terapia?..." y seguro un montón más de preguntas guiadas por percepción y por prejuicio.
Mi interlocutor se empezó a reír sin reparos, todos tenían las mismas preguntas y las detonaban los mismos prejuicios comunitarios. A posteriori, me compartió una explicación bastante razonable y con poco que cuestionar.
El motivo principal de la risa de su parte, es que nadie se detenía a preguntar el proceso, antes que lanzar una serie de dudas de cosas que se asumen, pero no son como parecen. PRIMERA GRAN LECCIÓN.
Así conocí a mi "couch", una figura agnóstica, sin prisas ni prejuicios, que en base a hacer compañía y cuestionar de forma puntual las palabras y reacciones, pretende "despertar" a aquel que se sienta hundido en una situación sin aparente salida.
Un "couch" intenta identificar factores que impulsen una emoción, cuestionarla e intentar que esas dudas, el "coucheado" las vuelva suyas. De lograrlo, esta persona hará un ejercicio introspectivo de sus debilidades y carencias, además de la realidad en la que se vive, de forma que encuentre la aceptación de su situación, hasta colocarla en una posición en la que se perciba presente pero no determine el rumbo de las acciones ni pensamientos principales de aquel que sufre. Igual como se sana una herida en el cuerpo a la que se le presta demasiada atención.
"Los sentimiento engañan"
Partiendo de esa máxima de aquellos que conocen y entienden mejor que yo la fe Cristiana, un "couch" busca eliminar en la medida de lo posible a los sentimientos del tema. Los límites no son explícitos pero son muy claros; ell@s no buscan ser identificados como amigos y no tienen un interés particular respecto a como se siente su "coucheado".
Un "couch", por principio, esta contigo en una zona pública, a distancia de otras personas en "couching" que permita quizás verse entre ellos, pero no escucharlos activamente. Si bien es aparentemente comunitario, no es parte de la dinámica que interactúes de ningún modo con nadie, ni es siquiera una buena idea. Es suficiente con localizar a tu "couch" y buscar estar lo más cómodo posible.
-"¿Llegaste solo?, ¿es complicado el trayecto?, ¿quisieras preguntar algo o quieres compartir algo?, ¿que vas a cenar hoy?, ¿porque tan complejo o sencillo?", igual y solo un gran silencio; esas son las herramientas que un "couch" usa a cuenta gotas para medir la energía, la contención, el sufrimiento, vergüenza y resentimiento. Preguntas ligeras pero cuya relación personal, familiar o el entorno, dejan asomar guiños a la siguiente pregunta. ¿Te es curioso lo que harás?, ¿notaste el tono con el que hablas de alguna persona o lugar?, ¿Que sucedería si intentaras...?. Vaya que son preguntas ridículas en el sentido de "eso lo pude pensar yo", y quizás así es, pero no han impactado lo bastante fuerte como para profundizar en ello. Ese es el puente principal a reparar, la gente que sufre en exceso, SIENTE y luego existe, por lo que hay que atenuar esos sentimientos y hacer que la duda haga mella hasta que el pensamiento tome el control. Todo un reto.
Un "couch" no corresponderá una charla de trivialidades mientras acuerdan un gusto en común para salir a comer, pasear o ir al cine; Su presencia se justifica como un "catalizador" entre la soledad ociosa, que suele propiciar a los pensamientos autodestructivos/renuencia a buscar ayuda profesional y la necesidad de pertenencia en grupos que podrían dañar más al individuo.
La dinámica, pareciera ser una especie de mímica en la que se reflejan y escriben las ideas y emociones, dando una nueva perspectiva para el "coucheado".
Un buen "couch", no insulta la inteligencia con paternalismo ni positivismo. Sugerir que "todo estaría mejor" o "pensar optimista", no es ni de lejos una opción. Se debe de aceptar el mundo y sus habitantes con todos sus matices y carencias... Fortalecer la inteligencia emocional ante una realidad que sin esa fuerza, sería sobrecogedora. La necesidad de flores en las palabras, si no son propias, es como querer llenar un tergiversado barril sin fondo.
Estrellas fugaces
Un "couch" obedece a que forma parte del pasado en que se sufría, y cuando te puedes poner de pie con tu propia fuerza, es momento de partir caminos. Lo último que dejarán es la lección de volver el dolor en aprendizajes, ni nombres, ni culpas ni pesadumbres, solo moralejas.
Gracias "couch", por los tonos grises que necesitaba, por ser parte del viaje y hacer pase de antorcha. Gracias por ser el ejemplo más claro que la amistad si puede ser desinteresado, salvo que el único interés sea cambiarle el día a alguien más y que el amor se debe predicar SIEMPRE en lo intangible, porque la gente requiere más humanidad y menos objetos.
Mas gente como tú, menos gente buscando lo que ya llevan en su mochila. Menos gente señalando a los que nos parece irrelevante el 14 de febrero y más gente dando de si en lugar de esperar obtener... en dosis diarias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario